Aunque conociendo mi desordenada vida y que soy un noctámbulo de cuidado pensaréis que voy a hacer una salida de bailoteo y bebercio, os debo aclarar que mañana vamos a hacer la Marxa del Garraf. Así que a las seis de la mañana no iremos de after sino de ... bueno, no sé de qué vamos.
Bueno, como mínimo ya tengo el forro polar y el vaso que hay que utilizar en los avituallamientos para no generar desperdicios sin necesidad.
A ver qué tal se porta el tiempo con la pedazo de borrasca ésa que insiste en quedarse encima de nuestras cabezas.
Como los meteorólogos para variar no se aclaran, me quedo con los pronósticos más optimistas y creeremos que como mucho nos caerá encima algún chubasquillo disperso.
Las sensaciones que tengo son buenas. No sufro la ansiedad previa a una maratón a pesar de que el reto en sí quizá sea más exigente como mínimo a nivel mental.
Lo desconozco así que mañana a estas horas (si es que he llegado) ya veremos qué es lo que contamos de la experiencia.
Por suerte voy acompañado del amigo Òscar Machordom que es un auténtico experto en estas lides y por una vez mi objetivo no será derrotarlo como siempre recordamos (obviamente entre risas) sino aguantar juntos lo máximo que podamos.
Para que os hagáis una idea, ha sido uno de los pocos inscritos que tenían una camiseta extra de recuerdo por haber completado diez ediciones de la prueba.
Lástima de la talla.
Hala, quien sepa rezar, que rece para que no llueva y el que no, que sople para que se vayan las nubes hacia el mar o hacia donde sea excepto la zona del macizo del Garraf.
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