A pocos días de la visita del Santo Padre a Barcelona, y ya que tiendo a hablarle a los niños intentando razonar las cosas, tuvimos con la Marina (6) como ponen en el Cuore el diálogo que intentaré reproducir con la mayor fidelidad:
- Marina: la tieta de l'Andrés és monja. Què fan les monges?
- yo: no sé, suposo que pregar.
- M: què és pregar?
- Y: parlar amb Déu.
(se produce un pequeño problema de comunicación hasta que aclaramos que estamos hablando de dios y no del número 10) y seguimos.
- M: el Bilal diu que Déu existeix.
- yo: doncs em sembla molt bé però jo no hi crec.
- M: Per què?
- yo: Perquè no puc acceptar un Déu que permet tantes desgràcies al món.
- M: Clar, com que hi hagin caques de gos al carrer.
- yo: Jo pensava més aviat en tota la gent que es mor de gana al món i en elnostre entorn més proper la malaltia tan terrible que té la tieta Pili que és de les millors persones que conec.
La reflexión que me ocupa ahora es si el ateísmo se debe o puede inculcar desde pequeños como se hace con las religiones o si por el contrario es condenar las almas de nuestros vástagos por nuestra mala cabeza y falta de fe en ese club o institución capitaneado en España por Rouco Varela.
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