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sábado, 16 de julio de 2011

La serpiente monocolor

¡Vaya,cuántos días sin escribir!
Me permito citar a mi amigo Tony que siempre dice lo duro que debe ser el hecho de correr por dinero. Y eso lo dice él que consigue pódiums e incluso victorias. Yo me iba a morir de hambre pero rápidamente.
Pues creo yo que el escribir de manera profesional o cumpliendo plazos de entrega tiene que ser también una experiencia aterradora.O quizá lo difícil sea hacerlo cuando se está inspirado porque si sólo hay que cubrir el expediente, abres el periódico, haces un artículo cagándote en los muertos de Moody's o riéndote de Pepiño y su confusión entre Ibaka e Ikea y listo.
Tras este preámbulo, os cuento que he estado intentando reengancharme con el Tour tras varios años de indiferencia y el caso es que no lo consigo.
Ha llegado a un punto en el ciclismo en que son todos como demasiado homogéneos.
Antes el escalador puro reventaba una etapa aunque en la crono siguiente perdiese media hora. Ahora parece que todos se mueven impulsados por el Virgencita, virgencita, que me quede como estoy.
Impensable que un corredor como el noruego Hushovd ganase en una cima alpina a pesar de lucir el maillot arco iris que no lo identifica como corredor gay sino como campeón del mundo.
O sea que las únicas notas de color en el pelotón son los jerseys de los campeones de los respectivos países que esa es otra. El ganador del campeonato español, francés, italiano, ... debe lucir con orgullo la distinción pero el estonio, kazajo o de Sudán del Sur qué quieres que te diga.
Creo que ya lo he escrito pero yo prefiero a los especialistas como cuando Pat Cash sólo jugaba a tenis en Wimbledon.

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