Como ya he mencionado otras veces, lo que da miedo no son las balas sino la velocidad que llevan.
Con los kilómetros de una competición pasa exactamente lo mismo ya sea por la dureza del recorrido o por la exigencia con uno mismo.
Debo empezar diciendo que ha sido un día redondo. Regalarse un viernes cualquiera para hacer algo que te apasiona y encima en una gratísima compañía no tiene precio.
Buenos viajes de ida y vuelta, comida correcta, tertulia aún mejor y ... la carrera.
Esta competición que enlaza Blanes con Tossa es sin duda lo más demoledor que me he echado a las piernas pero con diferencia. Con mucha diferencia.
Intuyo que le había faltado al respeto a la primera etapa de una extreme pensando que lo realmente extremo quedaba reservado para las etapas de 55 kms. Por lo visto, el desnivel más fuerte en relación a la distancia es el de la jornada de hoy.
Cuando en el checkpoint del kilómetro 20 y tras habernos metido ya unas cuantas subidas y bajadas he escuchado que lo realmente duro estaba por llegar he estado tentado de quedarme allí y que me llevasen cómodamente a la línea de meta.
Pero claro, retirarse sin que medie lesión como que no y he iniciado un ascenso donde yo creo que se subía más en vertical que en horizontal porque los metros no pasaban ni a tiros.
Tanto es así que en varias ocasiones me he tenido que detener para recuperar el resuello y bajar pulsaciones que iban disparadas.
Por suerte, en vez de 25 kilómetros la cosa se ha quedado en unos 23 porque ha habido momentos en que veía que el límite de las cinco horas para completar esa barbaridad se me iba a echar encima.
Siempre cuesta compartir las sensaciones que genera una carrera pero diría que en este caso se me hace aún más complicado.
He pasado miedo en algunos descensos en que te podías dejar los morros y en dos ocasiones en que he perdido la senda marcada además de una gran soledad al encontrarte sin compañía en medio de una montaña agreste.
Y es que hay tramos donde no es que la vegetación esté cerca sino que te tienes que meter por en medio mientras vas saltando troncos tirados por el suelo.
Resulta curioso invadir un paseo marítimo como el de Lloret y que te miren como si acabases de salir de un platillo volante. Resulta fascinante ver unas aguas cristalinas y correr por una playa de nuevo como si vinieses de otro planeta para acabar escalando (pero no en plan metafórico sino literal, escalando como Spiderman) una piedra enorme para seguir con el recorrido.
Quería felicitar especialmente a los compañeros de sufrimiento Oscar S, Oscar E y Víctor a pesar de que me hayan abandonado como un perro (chicos, lo de seguid vosotros de las pelis de guerra lo decía de broma) porque así de paso obligo a Oscar S a que les envíe la crónica y disparar así mi contador de visitas.
¿El año que viene volvemos? Yo sinceramente creo que no pero claro, ya sabemos cómo funciona el proceso mental para estas cosas que rápidamente deshecha los malos momentos para quedarse con los buenos y además siempre queda bien el acercarte en plan veterano paliza para darle la charla a los debutantes.
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1 comentario:
Enhorabuena campeón.
Que envidia no tener la forma ni la preparación para hacer semejantes animaladas/aventuras.
Jóse Schwantz
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