El verano incluso escribí la entrada que hacía referencia a mi miedo a volar o para ser más exactos mi miedo a no volar.
Y ahora resulta que después de hacerme caso a mí mismo en los anteriores puntos calientes vacacionales y utilizar el barco desde Barcelona para disfrutar del merecido descanso estival, contrato un viaje a Bruselas para ir con la familia a ver a mi hermano y cierran el espacio aéreo.
Como lo de rasgarnos las vestiduras no es de nuestro estilo, vamos a ver lo que podemos extraer de positivo:
- Como vamos (o íbamos) a alojarnos en casa de la familia, nos evitamos el perder el precio del hotel si nos acabamos quedando en tierra.
- Es probable que incluso recuperemos el dinero de los billetes.
A ver qué dice Pepiño cuando salga porque esto ya no hay Dios que lo arregle.
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