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jueves, 29 de noviembre de 2012

XXI Mitja Marató de Tarragona

Con el retraso más o menos habitual, os voy a relatar nuestras vivencias por Tarragona del fin de semana pasado. Lo de nuestras no es el plural que utilizan los pilotos de coches y motos para hablar de sí mismos sino que en esta prueba hizo su irrupción una nueva estrella en el panorama atlético femenino que no es otra que la madre de mis niñas. Siguiendo mi política de no prodigarme en eventos que en su mayor parte lo que buscan es el lucrarse, había evitado esta carrera desde hacía unos años. Y la verdad es que me gustaba el trato que daban a los participantes a pesar de que el recorrido era más o menos igual de horrendo que el que hay en la actualidad. El precio de 20 euros sin duda desorbitado pero como la Mónica buscaba algo lo más llano posible, pues allá que nos fuimos el sábado. Camina que caminarás recorriendo la ciudad que de hecho no conocíamos e incluyendo la recogida del dorsal junto con una bolsa discretita por no decir lamentable (de hecho no daban ni bolsa) para llegar después de cenar al hotel de concentración, ver una peli, escuchar el final del Betis-Madrid con la radio y a dormir. Gracias a que estamos hospedados a unos diez minutos de la salida, por la mañana bajamos a desayunar con toda la calma del mundo. Como yo soy así de chulo y siguiendo el famoso lema de Esto ya está pagado, me lanzo con unos huevos revueltos para hacerle compañía al zumo, a la tostada, al café con leche y a la manzana. Seré lento pero a bravo no me gana ni Dios. Aunque estaréis temiendo que luego lo pagase a media competición en forma de flato o vómitos os puedo tranquilizar, nada de nada. Mi carrera en general muy bien. Cumplo mi intención de correr fuertecito pero sin sufrir de cardio y acabo con un crono digno de 1h 36' 39". Antes he podido ver a la debutante en el kilómetro 5 subiendo la Rambla con un gesto un pelín angustiado. En cambio en mi kilómetro 20 que coincide con su 15 y pico la veo pletórica así que hago mi último tramo tranquilo, paso a una ambulancia que se está llevando al ya tradicional atleta que se ha excedido en el esfuerzo y en cuanto cruzo la meta, vuelvo caminando hasta el avituallamiento del 20 para hacerle de liebre a la señora. De esta manera conseguimos que rompa la barrera psicológica de las 2 horas ni más ni menos que por ¡2 segundos! Gran motivo de orgullo y si la coprotagonista de la historia se lo repiensa y decide escribir esta entrada a cuatro menos como se le ha ofrecido y ha declinado, ya os lo haremos saber.

sábado, 17 de noviembre de 2012

XVIII Marxa del Garraf

Ya ha pasado casi una semana desde que hicimos otra de las últimamente tradicionales pateadas y al fin encuentro el momento de ponerme a recopilarla antes de que los recuerdos se evaporen y motivado por varias (2) peticiones de crónica. Desde una semana antes del evento cometo el sempiterno error de ir visitando las páginas de predicciones meteorológicas para ver qué nos deparará el domingo. Esto nos lleva a diversas conclusiones. A saber: 1) las posibilidades de que llueva están entre el 15 y el 85 % que traducido quiere decir que pueda que llueva y puede que no 2) las previsiones de los meteorólogos no valen para nada. Por si fuera poco, me convierto en un indeciso sobre si usar o no usar bastones durante la Marxa. El debate interior entre los pros de una mayor seguridad y estabilidad frente a una mayor ligereza los acaba ganando la prevención así que me los llevo y acabo muy contento de mi elección ya que termino la segunda prueba de estas características sin caída ni lesión. El día de autos empieza como siempre ben d'hora ben d'hora hacia las 4'15 de la noche o de la mañana según se prefiera. Como ya empiezo a estar curtido en estas lides, duermo como un lirón unas cinco horitas con el oído alerta a ver si llueve durante la noche como en la anterior edición. Desayuno y a las 5 salgo de casa hacia Gavà para aparcar tranquilamente y estar sobre las 5'30 por la salida como habíamos quedado con Òscar M ya que tenemos las tarjetas de paso con nosotros al haberlas recogido el sábado. Cojo un buen sitio en la cola mientras espero al compañero que no tarda mucho más y al avanzar en la misma, van separando en una jaula a los que queremos correr así que en el momento de la salida arrancamos a un ritmo excelente. Yo con mi frontal encendido y el amigo sin luz (que no sin luces) para no faltar a su tradición. En mi caso y tras la experiencia de 2011 no tenía ninguna duda que iba a llevar iluminación. Empezamos a subir también sin ningún atasco y así llegamos al primer avituallamiento donde me meto un vaso de cacaolat y un trozo de bizcocho que amenaza con hacerse una bola y ahogarme cuando veo que nos toca un donut por cabeza así que ¿cómo le va a hacer uno ascos a un donut? A continuación la bajada brutal que nos lleva hasta la playa de Garraf donde cae un bocata de jamón, agua y varios trozos de naranja. Si el año pasado no pudimos pasar por la arena debido al temporal este año sí se cruza. Excepcional paisaje entre la bajada y estos pocos metros de llano que enseguida nos devuelven a la montaña. Antes me despojo del cortavientos que está empapado de sudor. Prefiero ir en manga corta que acabará secándose que notar lo otro húmedo por mucho viento que corte. Al rato lo que hago es cambiar el buff de posición y de la cabeza lo bajo al cuello para proeger. Unos puñados de frutos secos después, siete u ocho chuches y un bocata de botifarra (¡come, come que esto está pagado!) espectacular nos llevan al ascenso de la Morella donde confluye nuestra marxa con la corta de 21 kilómetros. Encuentro que este año los caminantes nos han ralentizado mucho más. Supongo que el mal tiempo del año pasado echó a muchos para atrás y se iba más fluído incluso en la zona que es una auténtica trampa donde se baja agarrado a una cuerda. Ya sólo nos falta un bocadillo de queso en un avituallamiento donde unos periodistas me preguntan si quiero hablar para una cámara (oferta que declino educadamente ya que mis derecho los tiene en exclusiva elprat.tv) para acceder al tramo final donde empieza a chispear muy tímidamente y acceder a la meta arrancándole 6 minutillos al crono del año pasado para dejarlo en 6 horas y 51 minutos. Bueno, mi compañero de fatigas algo menos ya que me lanza un hachazo demoledor a falta de 2 o 3 kilómetros básicamente porque a esas alturas quien tiene fuerzas lo que desea es acabar ya con la paliza. Una vez más muy contento, orgulloso y satisfecho. Las uñas de mis dedos gordos quizá no están tan contentas.