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miércoles, 15 de julio de 2009

La paradoja

En respuesta a la solicitud de que vaya escribiendo con más asiduidad, me defenderé alegando la siguiente paradoja: cuanto menos trabajo, de menos tiempo libre dispongo.
Parece imposible pero es así. Cuando uno tiene su horario de trabajo más o menos estable busca los huecos que se dedicará en exclusiva pero cuando no es así y tiene las llamadas cargas familiares, se convierte en un mayordomo (en mi caso chacha) full time.
Ya que me pongo, aprovecho y disecciono el finançament ... qué va, hombre, que es coña.
Por hablar de algo, voy a recomendar negativamente el libro El silenci de Gaspar Hernández.
Por suerte no lo he comprado ya que me lo dejó hace unas semanas mi amiga Mariona.
Pues vaya tostón. Suerte que es cortito pero la verdad es que para mi gusto ha sido insufrible.
Habla de unos temas que últimamente estoy escuchando mucho. Autoayuda, crecimiento personal, retiros espirituales y demás parecen estar de moda.
Vamos, cosas que si las dijese Carlos Jesús sonarían a estar como las cabras pero si las dice un gurú americano, habrá que creérselas.
Yo a un poco de crecimiento personal digamos de unos diez centímetros (de altura) no le haría ascos pero no sé si van por ahí los tiros.
De lo mencionado, lo más bestia que he oído es el caso de un tipo que se va a un retiro mientras su mujer e hija se van de vacaciones en un crucero. A no ser que el retiro sea como los que propone el admirado Cavaliere, no entiendo nada de nada.

Y como esta entrada ya no hay quien la arregle, me gustaría hacer un llamamiento a que pongan algún banco donde sentarse en Barcelona.
Estuve ayer pateando durante más de una hora la capital catalana por causas que no vienen al caso. Pues como a mí me gusta vagar sin rumbo y perderme (literalmente porque mi orientación a pie es lamentable), no tuve narices de encontrar un sitio donde parar un momento hasta llegar a la Diagonal.
De la zona por donde estuve transitando, quiero destacar la emoción que me produjo el toparme con la Escuela Industrial.
¿Que si estudié allí? Qué va. Lo que pasa es que un día de los que salíamos con mi amigo Jordi también sin rumbo y haciendo parada en todos los bares que nos parecía, hicimos un alto en ese edificio para vaciar unas cuantas de las cervezas que ya habíamos ingerido.

2 comentarios:

neus dijo...

No se lo va usted a creer, pero el tema de la falta de bancos en Barcelona lo pensaba yo esta misma mañana, que me ha tocado esperar una horita vagando por las calles del Born, mientras esperaba para una entrevista....

Sobrevalorado dijo...

Para eso inventó Dios los bares.