El jubilado

He escuchado esta tarde con estupefacción la noticia de la retirada de Casey Stoner. Motociclista dos veces campeón del mundo para quien no tenga ni idea de sobre quién hablamos. Sorprende la historia porque el actual campeonato lleva sólo un par de carreras, el australiano es líder con la mejor moto de la parrilla de largo y huele a campeón. Lo que yo me pregunto es por qué mi primera reacción es pensar que el tipo es un cobarde. Madurando y asimilando la decisión del muchacho de 26 años y padre de una criatura de 3 meses empiezo a ir cambiando de bando y a posicionarme cada más de su lado. Si al desencanto evidente con la competición y de cómo imagino que los mangonean mánagers, organizadores y demás sumamos que en el tiempo que lleva sobre la moto habrá ganado lo que yo puedo obtener si estoy unas 70 vidas cotizando, sigo acercándome cada vez más a su postura. Huelga decir que yo me retiraba mañana mismo si fuese a poder subsistir hasta el fin de mis días sin agobios así que por qué no iba a poder hacer lo mismo un deportista. Hay deportes que nos apasionan pero quizá para él lo que está llevando a cabo no sea más que una profesión. A lo mejor le apetece y le encanta ir en moto pero no quiere pasar nueve meses al año lejos de sus seres queridos. Junto a mi evolución mental, ha aparecido la imagen de Iván Campo. En el mundo del fútbol, igual que no hay homosexuales, tampoco hay problemas mentales. Cuando un jugador puede estar aquejado de alguna dolencia psíquica, pues se dice que tiene una sobrecarga y nos quedamos tan anchos. Una sobrecarga de qué, ¿del cerebro? Pues el hombre se fue del Madrid y dejó de ganar una morterada para irse al Bolton y ser feliz como una perdiz jugando ni más ni menos que de centrocampista fino. Supongo que en una sociedad donde más de un diez por ciento sufre de ansiedad, habrá que ir quitándole el estigma y que se pueda comentar tranquilamente como a quien le duelen las muelas o la rodilla. Ah, que se me había olvidado, que la liga la ganó el Madrid y han bajado Villarreal, Racing y Sporting. Resulta que este año los 50 goles de Messi no valen para nada cuando en la anterior campaña lo que importaba era la bota de oro. Si el Barça gana la final de Copa, tampoco creo que Florentino se mantenga en sus trece de lo maravilloso que es el trofeo.