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domingo, 17 de junio de 2012

VI Marxa del Cap de Rec

Ayer me enfrenté a la que por ahora es la prueba más dura que me he echado a la cara pero con una diferencia abismal. Por hacer un símil atlético diría que la Maratón es a esta prueba lo que un 10.000 es a la susodicha Maratón. Quien haya hecho las dos puede hacerse una idea y quien no, es probable que las dos cosas le suenen a chino así que posiblemente ya habrá desistido de leer esta entrada. Empezamos la crónica así que ataos los cinturones. A las 4'30 de la mañana me despierto para encaminarme desde Prullans donde hemos pasado en familia un fin de semana genial y me encamino a Lles de Cerdanya para tomar la salida. Paso Lles y por allí no aparecía el refugio del Cap de Rec por ningún lado hasta que la caravana de coches (que a esa hora no íbamos buscando precisamente una discoteca) encontramos el punto de salida unos 7 kilómetros de cuestas más arriba. A las 6 arranca puntualmente la prueba en mi caso con un Actimel en el cuerpo porque a esas horas como que no apetece desayunar. Salimos hacia abajo para completar unos 4 kilómetros hasta el primer avituallamiento donde me tomo un vaso de xocolata desfeta y un buen trozo de coca para empezar a poner el cuerpo a tono además de coger una botella de agua para que haga compañía al bidón de bebida isotónica que llevo en la mochila en la que además he introducido el cortaviento que llevaba por si la montaña nos mostraba su cara no tan amable. Ah, me olvidaba que nada más empezar, piso una piedra enorme que salta con tal desgracia que me arrea en un tobillo y me deja un bonito morado de recuerdo. A continuación vamos pasando prados con sus vacas, caballos, senderos, trialeras, saltando ríos, ... hasta que en el kilómetro 22 aproximadamente doy con mis huesos en el suelo por primera vez en mi carrera atlética. Me quito el polvo, me levanto, lavo las heridas en el agua helada de un río y continuamos. Así vamos haciendo más o menos hasta el kilómetro 30 donde las piernas están ya bien machacaditas y en territorio andorrano iniciamos un ascenso que nos hará ganar 1.300 metros de altura en unos 12 kilómetros. No hace falta que hagáis cálculos sobre el desnivel promedio que os lo resumo yo: una auténtica animalada en la que empleo cerca de tres horas. Un tiempo que pasa extremadamente lento y en el que por mucho que mires el reloj ves que los metros no acaban de pasar y mucho menos los kilómetros. Impresionantes imágenes del reguero de corredores subiendo como almas en pena y pensando ¡¿ahora tengo que subir yo ESO?!. Increíble ir subiendo a 30 minutos el kilómetro y tener que pararte a recuperar el resuello y beber agua proveniente de los ríos porque no era cuestión de hacerle ascos al líquido elemento que rezumaba por doquier cuando la sed apretaba de lo lindo. Ya en el kilómetro 42 en el último de los avituallamientos y tras echar una breve tertulia con los siempre admirables voluntarios diría que me lanzo en pos de la meta pero mentiría ya que no tengo fuerzas para correr y me limito a ir caminando. Eso sí, en uno de los pocos tramos en que troto y al ir buscando referencia del GR que íbamos siguiendo o alguna cinta de la organización, hago el doblete y me vuelvo a encontrar con el suelo arrastrando hasta quedarme a escasos centímetros de un pedrusco. Como soy persona que no cree mucho en la suerte, en vez de cagarme en esta me cago en mi puta impericia o torpeza y repito el limpiado de heridas en el riachuelo más cercano para llegar justo después a un camino anchísimo y sin piedras por el que transito hasta que a falta de 2 kilómetros volvemos a entrar en zona boscosa para llegar al refugio en un tiempo de 9 horas y 51 minutos de nada. Conclusión: hay quien se pregunta Where is the limit? Pues yo creo que ya lo he encontrado. Eso sí, ayer me decía que nunca mais y hoy ya pensaba que el año que viene iré pero con bastones porque total, para lo que he podido correr, mejor ir ayudado de mayor estabilidad. Los paisajes por los que transité, los lagos, los restos de nieve y demás son de una belleza que quita la respiración igual que la quitan los 2.500 metros de altura. Ah, por mis heridas no os preocupéis, un brazo arañado como el chiste aquél del gato es mío y me lo follo cuando quiera, alguna marca por rodillas y unas ligeras molestias en las costillas son todo el parte de daños. Y de regalo unas fotos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Al leerte me ha dado mucha envidia y de veras que me encantaría ser capaz de enfrentarme a un reto. Pero mi límite, de momento, está por los suelos comparado con el tuyo. Así que muchas felicidades: te admiro!!!
Nicodemo

mariona dijo...

Enhorabona per aquesta caminada/cursa de resistència física i mental!!!!!!
És dur matinar però veure sortir el sol enmig del silenci de la muntanya és per mi una de les millors sensacions.
Quin serà el proper repte?
Salut i muntanya!