Dicen los comerciantes que las grandes suficies (como decía aquella señora) los están eliminando del mapa.
Pondré como ejemplo lo que me ha pasado esta mañana.
Salgo alrededor de las 10 a.m en busca de pescado para la comida. Aparco perfectamente y justo en la puerta del mercado del Remolar.
Me asomo y veo que la carnicería está cerrada y lo que es peor para mi incursión del día, las dos pescaderías lucen unas preciosas persianas y un cartelito mostrando hasta cuándo llegará el merecido descanso estival.
Como la luz en la plaza es escasa y da bastante miedo adentrarse, doy media vuelta y me dirijo a otra pescadería cercana con idéntica suerte.
Visto lo visto, vuelta al coche y me encamino al Mercadona. Saco mi numerito, me doy un garbeo para comprar los famosos pepinillos agridulces, el pan de cereales y me llega el turno.
Sobre las 10:48 llego a mi casa con mis lenguados para las niñas y el mero para los adultos.
O sea, que mucho quejarse que si los grandes centros comerciales, hipermercados y demás se están haciendo con la clientela pero cuando estás apurado no tienes más remedio que ir a parar a estos.
No creo yo que cueste tanto ponerse un poco de acuerdo y que en agosto una quincena trabaje una pescadería y la otra quincena el otro puesto esté activo.
Esto es como cuando compras una radio de diez euros en una tienda y no funciona. La llevas y te dicen que la tienen que enviar a reparar y que ya llegará cuando les dé la gana. Sólo en el caso que esté muerta te darán otra o lo que nadie ha conseguido todavía ... el reembolso del dinero.
En una tienda grande (excepto Media Markt de los cojones) y más aún si es el Cortinglé, llegas, cogen la caja y te dan otro producto.
Les da igual si dentro del envoltorio está el aparato o un ladrillo.
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