Me cago en los 80

Supongo que una vez más, querido lector, te habrás dejado engañar por el título y pienses que aborrezco de esa década del siglo pasado (cosa que es cierta) pero no voy por ahí.
Acabo de volver de Vilanova así que tanto ayer a la ida como hoy a la vuelta, he estrenado la nueva limitación de velocidad en la llamada primera corona de Barcelona y el resultado ha sido un trayecto casi tan aburrido como mi trabajo. ¡Madre mía qué sopor!
Encima a la gente le ha pasado como cuando entró el carnet por puntos. ¿Recordais la prudencia de la gente para aferrarse a sus preciados puntos como si de Gollum se tratara? Parecía que los puntos en vez de valer para el carnet de conducir fuesen para perder el alma.
Desde ayer, todo el mundo despacito y eso que no empezarán a multar hasta enero.

El Derby
Me gustaría destacar del partido de ayer un par de cosas (o tres). La primera es el ambiente de DERBY, con mayúsculas que había. Después de unos cuantos años donde se trababa al Espanyol como el hermano o primo tonto de la familia, la hostilidad de ayer demostraba que era un enfrentamiento con todas las de la ley. Y no defraudó en intensidad pero tampoco en fair play. Los profesionales de 10 y los directivos de 0 como casi siempre. Como los habituales conoceis de mi animadversión por el fútbol escocés, debo hacer una excepción con la final de la UEFA en Glasgow del año pasado. Por el resultado, obviamente.
Segundo punto a destacar la fragilidad del Barça fuera. Muy preocupante.
Por último ver que el Ronaldinho no se va de nadie ni aunque entre en el minuto 118 de un partido con prórroga.