Dios y los autobuses

Probablemente Dios sí existe, juega con el número 10 y es del Barça. Sólo con la aparición del elegido se puede romper un partido donde el equipo rival -aun jugando de local- aparca su autobús delante de la puerta y a verlas venir.
¿Cómo iba a ser otro y no Messi el que entrase en la historia con el gol 5.000 relevando a Guillermo Amor?
Y que nadie olvide el testarazo de Xavi en el primer gol porque es antológico. Como si fuese una versión a escala de Miroslav Klose y rememorando aquel gol en Valladolid con el que salvó a Van Gaal, su cabezazo tras ser repelido por el larguero cae a pies del jugador que lo convierte todo en oro que empata la contienda.
Y el segundo gol es de los dibujos de Campeones. Saltando amortigua la pelota con el pecho, le hacen penalty en el aire, consigue caer bien y lanza otro derechazo para disparar al equipo en la carrera por la liga.
Lo de los perseguidores blancos es para cortarse las venas. Seis victorias seguidas contestadas por otras tantas de la apisonadora blaugrana a la que ya sólo le queda por ganar al Getafe en esta competición.

Y ya para enlazar con la polémica de la publicidad en autobuses por parte de ateos y creyentes, mi humilde opinión es que es un malgasto de dinero.
A nadie se le puede convencer para que crea o deje de creer. Eso es una cuestión de fe.
A mí un día me pararon dos amables misioneros norteamericanos y me preguntaron si era creyente. Les dije que no y me preguntaron por qué. Yo les repregunté si ellos sabían por qué tenían fe. Contestaron que no y yo les dije que por la misma razón yo no la tenía.
Moraleja: Vamos Rafa y vamos Barça.

Ah, y que me expliquen por qué el secretario de estado para el deporte va a ponerse medallas cuando gana un título Nadal. Es un deporte individual donde él exclusivamente escoge su planning, su equipo y demás.
Pase que se apunte la Davis, pero esto, ...