¡Cómo pasan los días! Se despista uno y se ha pegado media semana sin escribir. Y es que con lo del monotema de la crisis, del paro y de los ladrones de los bancos (que no es lo mismo que los ladrones de bancos) se le quitan a uno las ganas de escribir.
Y si para colmo, en el tema futbolístico, ayer nos metemos entre pecho y espalda un bodrio como el partido de semifinales de copa, pues aún menos inspiración para escribir.
Y es que cualquier equipo acusaría las ausencias del portero titular, del central indiscutible, del centrocampista que mueve al equipo, del delantero centro con números de bota de oro y del mejor jugador del mundo. O sea, lo que en los albores del proyecto del círculo virtuoso dieron en llamar la T que formaba el armazón sobre el que sustentar al equipo.
En su lugar, sigue reivindicándose el querido Hleb que se dedica a convertir en sombreros pases que van al pie y que provoca un tenue murmullo en cada intervención. Es tenue y murmullo porque todo va viento en popa. Si la cosa fuese torcida, las actuaciones de Alex serían motivo de abucheos, silbidos e incluso algún pañuelo.
Suerte que Sylvinho en su inmensa generosidad decidió hacer el peor partido de su vida para no dejar en mal lugar a su compañero.
Pero es que lo mejor del caso es que aun así, ganamos dos a cero y ya tenemos un pie en la final de copa. Vaya año nos espera.
Y dos apunte para acabar:
- ayer vi que Edmílson está en el Palmeiras.
- ya hemos pasado las diez mil visitas al blog. Como decían aquellos poetas, para mí sois mucho más que un número (golpeo mi corazón con el puño). Snif, snif.
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