... y madre

Tras unos días de acostarme a las ocho ¿de la mañana? No, hombre no, de la tarde, o sea las 20 horas por culpa de un gripazo del que no se tenían referencias desde hace unos quince años, volvemos más o menos a la actividad normal de escritura tras haber enviado a la mierda la antepenúltima semana de entrenamiento para la maratón.
A estas horas es muy dudosa la participación en la media de Gavà que tendrá lugar mañana. Y no sólo por mi mal estado sino porque esta pasada noche la Elsa se unió al grupo de las febradas.
En fin, vamos al lío.
Me llamó la atención al entrar en un blog hace unos días la descripción de una señora. Periodista, no sé qué otra hostia ... y madre.
Como si eso fuera algo muy meritorio o exclusivo. Lo cierto es que es muy sencillo unirse al club de padres y madres. No piden analíticas ni psicotécnicos. Es suficiente con un óvulo y una cierta movilidad entre los espermatozoides para pasar a formar parte de ese grupo.
Lo que también me choca es que normalmente quienes apostillan el ... y madre lo hacen como diciendo que a pesar de ser entes superiores (abogadas, ingenieras, arquitectas, profesoras, ...) tienen la generosidad suficiente como para perpetuar la especie. Y es probable que esa generosidad sea tal que permitan que sean los padres/suegros los que carguen con la educación de los pequeños.
Sonaría mucho más raro si alguna dijese: camarera y madre, dependienta y madre.
Hasta aquí esta entrada posiblemente extraída de los delirios febriles de estas noches en que he sudado más camisetas que Rafa Nadal.
Vuestro amigo. Corredor mediocre, soci del Barça, capullo integral ... y padre.