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domingo, 23 de octubre de 2011

Todos somos paparazzi

En el eterno debate de dónde está el límite entre información e intimidad, no tengo ninguna duda de que ha ganado un tercero que es el morbo y el voyeurismo.
Después de las imágenes de Gadafi que ha acabado en la nevera como si fuese un mal árbitro o un paquete de Actimel, he visto hace rato unas imágenes igual de impresentables.
Como sabréis o pronto os enteraréis o no, ha fallecido Marco Simoncelli, piloto de Moto GP tras sufrir una caída y ser arrollado por dos rivales.
Hasta aquí, y como forma parte de su profesión habrá quien le dé más pena y a quien le dé menos como pasa con los toreros.
Lo que no puedo entender es el seguimiento que hacen las cámaras del padre y la novia en los momentos anteriores y posteriores a que les den la noticia del fallecimiento del joven.
Y ya ni os hablo de la especie de buitre que con su smartphone en mano iba grabando y siguiendo al padre del muchacho.
¿Qué sentido tiene esa grabación? ¿Es una especie de trofeo o souvenir?
Aprovechando que lo tienen a mano, alguien debería haber cogido un casco y como mínimo haberle machacado el teléfono.

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