De los cobardes nada (bueno) se ha escrito

Lo primero aclaremos que el correr NO es de cobardes.
A ver en este Mundial de cagones quién se pone el fez (sí, el sombrerillo ése que lleva la Demencia de Estudiantes) y emula a los turcos de la pasada Eurocopa que cuando la cosa se ponía cruda tocaban a rebato (y por suerte no al compositor del himno del centenario del Sevillafurboclú como dice Del Nido).
Por cierto, ¿os he contado alguna vez un juego de palabras que tengo en mente para cuando encarcelen al presidente sevillista? Del Nido a la jaula.
Todo este desvarío probablemente producto de la caló que decía Alfredo Di Stefano en el mundial del 94 para llegar a la conclusión que en octavos de final uno es igual a cuatro.
Me explico; ¿Qué más te da perder por un gol o por más si el resultado es el mismo que no es otro que el enviarte para casa?
Lánzate al ataque y al menos muere matando. Cuelga balones al área y que suba el portero. Que secuestren a la Carbonero y amenacen a Iker con cargársela si no se deja meter un gol.
¡Que hagan algo y reaccionen! Bueno, o que no lo hagan y luego busquen fueras de juego que para los medios españoles no han existido y se pongan a escupir como si de una vulgar llama andina se tratase.
Lo de los arbitrajes y el poder de la FIFA, me permiten sacar a colación el hecho de que me acabo de leer un libro que hace tiempo tenía en mente. Es 1984 de George Orwell. Acojonante y más que recomendable, lo calificaría de inexcusable.
Pues en el mundo del fútbol actual Blatter es el Gran Hermano y si él y el Partido (político, no de balompié) dice que no hay fuera de juego o dice que la pelota no ha entrado pues amén, lo que ellos digan y nada de cuestionar sus decisiones o nos atendremos a las consecuencias.